sábado, 17 de junio de 2017

La cara y la cruz de pilotar un UAV armado


Discretos, furtivos, silenciosos... los UAVs armados han ido poco a poco ganando presencia hasta constituirse en ciertos casos en un elemento esencial de las Fuerzas Armadas, pues contribuyen a salvar muchas vidas inocentes en escenarios reales de guerra.


Desde luego sus pilotos no sufren mal de altura, ni su cuello se castiga con las maniobras de un caza, ni sufren daño alguno en caso de que el UAV sea derribado. Esto es de agradecer, pero no todo es agradable en su trabajo: Se pasan muchas horas encerrados en un contenedor, trabajando en penumbra, visualizando constantemente una pantalla que muestra en tiempo real imágenes del territorio enemigo.


En el contenedor se respira siempre la tensión: Con frecuencia, su trabajo consiste en sobrevolar un area y vigilar de manera constante una casa hasta que vean salir de ella a un individuo concreto al que deben liquidar... que podrá optar por deambular, o bien por meterse en un vehículo y emprender la marcha, sin ser consciente de que, mediante un aparato gris, que vuela a más de 3.000 metros de altura, alguien está observando cuidadosamente cada uno de sus movimientos en tiempo real, desde una base ubicada a bastante distancia y quizá en otro continente, al objeto de lanzarle un misil Hellfire en el momento más adecuado para liquidarlo sin causar daños colaterales.


Además de que para desarrollar ese trabajo los pilotos deben ser capaces de soportar una gran tensión y no perder la concentración, deben estar psicológicamente preparados para un día a día que muy probablemente empezará por salir de su casa y llevar a sus hijos al colegio, para acudir después a la base, pilotar un UAV armado, bombardear un objetivo y asegurarse de haber acabado con el enemigo, y volver a casa al finalizar su turno, quizá pasando por el supermercado. Nadie les felicitará públicamente por su trabajo, y nadie siquiera les agradecerá que continúan vivos gracias a su trabajo. Incluso algún periodista mal informado y/o algún político oportunista les calificará gratuitamente como asesinos. Algo difícil de asimilar. Pero ser soldado exige asumir y aguantar todo esto y mucho más: en la guerra, hay que comportarse como en la guerra.